Durante los siguientes 25 días, voy a estar viviendo y trabajando en Etiopía, un país de pobreza, de suelo rico, y montañas azules lejanas. Durante la mayor parte del viaje mi única compañía será Teshome Yami, un estudiante graduado de Etiopía que estudia en OU. Cuando caminemos por las calles de la aldea, una aldea aproximadamente del tamaño de Purcell, me voy a dar cuenta de que soy el único que no habla el idioma (amárico) y cuya piel no es negra. La gente me va a mirar, y algunos tratarán de hablarme Inglés roto. Pero no podremos tener conversaciones reales, y sólo podremos compartir una sonrisa y una taza de café negro rico. ¡Qué regalo es para mí vivir en un lugar así! Porque yo sé de primera mano lo que se siente ser un extraño en una tierra extraña. Voy a estar solo y aislado en un mar de humanidad, débil y vulnerable e impotente, tanto para protegerme como para conocer mis deseos. Voy a depender completamente de las bondades inmerecidas de los demás, que bien podrán darme la bienvenida, o aprovecharse de mí. Así es como todo inmigrante que llega a un lugar nuevo se siente, cuando llega para vivir, trabajar o estudiar. Voy a depender de la bondad de extraños, y de la gracia de Dios, “porque mi poder se manifiesta en la debilidad." (2 Corintios 12). Alabado sea Dios por el lenguaje universal de la bondad! - - - P. Jim
|
Fr. James ChamberlainPastor of Saint Catherine of Siena Catholic Church Archives
September 2015
Categories |